Todo al amarillo, dijo. Y en estas nos vimos enfrascados en una boda llena de color, vitalidad y preciosismo. Con el sol como testigo de una ceremonia maravillosa repleta de sonrisas confidentes. Porque hay cosas que nuestras miradas dicen sin querer. Porque hay momentos irrepetibles difíciles de olvidar.
Hay instantes que no se pueden explicar. Una mirada, un susurro, un beso… Una fría mañana de diciembre Tere y Jose se dieron el “sí, quiero” delante de amigos y familiares en una preciosa boda íntima, industrial y rural a la par, con pequeños guiños navideños que aún nos tienen robados un cachito del alma. Porque, como ellos bien explican: el amor, como el frío, es para siempre. Y el resto, es historia.
Existen recuerdos que se escriben despacito y con buena letra. Que se preparan a lo largo de semanas y semanas. Cuidando cada pequeño detalle. Construyendo una nueva historia imborrable. Un lugar al que llamar hogar, una y otra vez. Miguel y Beatriz son sinónimo de eterna sonrisa, de esa que sale sin querer, cuando ves a esa persona.